Vuelo a Alemania

12 de abril del 2011 es que empieza todo. A ezeiza fue una comitiva compuesta por Mamá, Papá, Cachito y Nadia! Tuve mis momentos de melancolía o miedo, pero ahora que estaba en ezeiza lo único que sentía era adrenalina.
Después de una hermosa exposición de mi papá acerca de todo lo que podía salir mal en un avión, me tocó despedirme y enfrentar mi primer vuelo rumbo ALemania. Emocionada entro al Boeing 747-400 saludando alegre a todo el mundo cuando me doy cuenta de que no tenía mi abrigo. A contramano empecé a correr por los pasillos del avión para volver a la sala de espera no creyendo en mi suerte. Pero hecho un bollito tal y como lo había dejado el abrigo estaba en la silla. Vuelta a hacer la cola para subirme al bicho ahora con todas mis pertenencias.
El vuelo empezó divino, ak estar en la ventanilla saqué mil fotos, pero el chico que se sentó al lado mío estaba medio eskabio y se palmó todo el viaje. El problema fue que no podía salir cuando necesitaba ir al baño (bastante seguido debido al estado de mi panza). Y no me resultó tan fácil como a mi amigo eskabio conciliar el sueño después de la cena. Después de unas horas dejé de forzarme a dormir y decidí abrir la persianita para ver en qué andabamos. Ver desde la ventana del avión la luna brillante y redonda reflejandose en el colchón de nubes que había abajo y arriba un salpicón de estrellas fue el mejor consuelo al hecho de no dormir! No solo eso, sino que al poco tiempo la luna se empezó a volver naranja y a bajar muy rápido, hasta que pasó la línea de las nubes y se convirtió en una bola naranja que se veía a través de ellas. Todos dormían y yo no podía creer que se estuvieran perdiendo eso!
Después de deleitarme un rato largo, la azafata pasó con jugo (que arpoveché para tomarme un ibuprofeno) y con la panza menos revolucionada y mucho sueño pude dormirme unas horitas. La comida del avión una masa! A la mañana me trajeron una bandeja llena de cosas: TOrtilla de jamón (no al estilo chavo del ocho), yogur, pan con quesos y memeladas, ensalada de fruta, jugo y café (que mi compañero eskabio se encargó de tirar encima mío y de mis cosas y ahora escribiendo desde frankfurt tengo el placer de oler a café de avión). Por supuesto me comí todo y safé el almuerzo, jeje.
Me hice un amigocho catalán en el avión al que despedí hace instantes, y ahora me dispongo a esperar unas 4 horas y media más hasta mi segundo vuelo rumbo a Dublin.